Viejas Novias

Pequeños momentos de una vida cualquiera.

24 noviembre 2005

7. Manuela


Una preciosura, realmente. Manuela es una preciosura. Una chica alegre y entusiasta, amante de las Bellas Artes y del buen vivir. Y hablando de vivir, Manuela vivía haciendo cursos, cursos de pintura, escultura y talleres creativos. No soy quién para juzgarla, para opinar pero creo que Manuela tenía cierto talento para las artes plásticas, al menos sus trabajos me resultaban alegres por lo colorido. Gracias a Dios a ella tampoco le gusta el color violeta. No sé bien por qué pero yo odio el color violeta, en ropa, cuadros, autos, lo que sea.
Con gran entusiasmo Manuela empezó un curso de cocina gourmet, estaba fascinada con la idea de combinar sus cualidades artísticas con lo que aprendía en el curso de cocina. Su deseo: desarrollar lo que denominaba “Art Cuisine”. Así fue que todo en su vida giraba en torno a inventar platos de comida con una “visual artística”, según sus propias palabras, representando cuadros, teorías del color y no sé cuántas cosas más. A mi me tomó como conejito de indias en sus experimentos, era el gil que tenía que probar los platos y opinar, dar un veredicto. Justo a mí que mi régimen se basaba en 3 o 4 platos tipo milanesas con papas fritas, churrasco con puré, pizza y alguna pasta simple. ¿Qué podía opinar yo frente a un plato llamado “Ensalada Kandinsky”? Una cosa que te dabas cuenta de que era una comida porque cuando te lo ofrecía, te decía “buen provecho”, nada más. Era un conjunto de formas geométricas desarrolladas en vegetales que te costaba reconocer, salpicado con un vinagre de “naranjas amargas”. ¡Puaj! Un verdadero asco. Pero como no quería herir a Manuela con mis toscas apreciaciones, prefería mentirle: “Es un plato bello y exquisito”, o “comer esta pasta fue una experiencia renacentista”. Manuela estaba fascinada con sus inventos y con mis comentarios. Yo trataba de resultar ingenioso y culto. Ella se emocionaba y yo soportaba esos engendros con la esperanza de disfrutar un buen postre, un excelente postre. Y el postre era Manuela, ella misma, servidita “al dente”. Un verdadero manjar.
(19092005)