Viejas Novias

Pequeños momentos de una vida cualquiera.

24 noviembre 2005

2. Roberta


Roberta es una bella joven, inteligente y divertida. Pasamos una temporada muy buena juntos. Nos conocimos en la playa, en Gesell y de regreso a Buenos Aires, decidimos convivir para ver qué onda. Roberta está buena, muy buena. Ella se dedica a ilustrar libros infantiles, por lo que, la mayor parte del día se quedaba trabajando en casa. Una tarde llego con un poco de hambre (como casi siempre). Recuerdo que pasé todo el viaje pensando en llegar y comer un par de porciones de la pizza que quedó de la noche anterior. Llego, saludo a Roberta y me voy a la cocina. De la pizza, ni rastros:
—¿Vos te comiste la pizza? —pregunté.
—No —me dijo.
—¿La pusiste en algún lado? —consulté.
—No —me dijo otra vez—. Yo no la vi.
—¿Alguien la debe haber comido? —dije con tono irónico. Cuatro porciones habían sobrado, las vi a la mañana, antes de salir a trabajar. Roberta no se dio cuenta de la ironía y respondió:
—Yo no fui.
“Estamos todos locos”, pensé. Me hice el boludo y me preparé un té con algunas tostadas, mucho más no había en casa.
A los pocos días descubro que alguien estuvo usando los crayones que me trajo Gustavo, mi primo, de Francia. Un regalo estupendo y unos crayones estupendos que jamás me atreví a usar. Me parecía una picardía gastarlos. Bueno, alguien los estaba usando, y mucho. Sólo dos personas vivimos en esa casa y yo estaba seguro de que no los había tocado. ¿Qué dijo Roberta cuando le pregunté?:
—Yo no fui.
Lo de los gases fue entendible la primera vez o la segunda pero no la vigésima. Siempre echándole la culpa a “Didí”, su perra caniche, cuando era evidente que el ruido (y acompañantes) provenían de su trasero y no del trasero de “Didí”.
“Yo no fui”, repetía y repetía.
Un poco más grave fue la tarde que llamé por teléfono a la casa de mi amigo Ernesto y atendió una voz de mujer. “¿Quién será?”, pensé en un primer instante. Inmediatamente me di cuenta que era una voz familiar:
—¿Roberta?
Me cortaron, sin decir una palabra. Llegué a casa y Roberta no estaba. Sus cosas tampoco. Sólo encontré un papel escrito con uno de mis crayones que decía:
"Yo no fui".
(27082005)