Viejas Novias

Pequeños momentos de una vida cualquiera.

24 noviembre 2005

1. Ethel


Con Ethel nos conocimos en la Inmobiliaria Parodi de Ramos Mejía. Ella era la encargada de armar los carteles de la vidriera con las ofertas de casas y departamentos. Yo la espiaba cada vez que iba de compras al local de La Vascongada que quedaba en la misma cuadra de la inmobiliaria, sobre la concurrida calle Bolívar.
Empezamos a salir una tarde de agosto y para septiembre Ethel se había instalado en casa. No tuvimos una historia de amor intenso, apasionado pero sí momentos divertidos. A Ethel la recuerdo tanto por sus hermosas piernas como por su rara forma de usar la crema dental. Parece una boludez pero no lo es, para nada. A los 3 o 4 días de haberse mudado a casa, descubro que Ethel aplica la crema dental en su cepillo de dientes presionando el pomo muy cerca del pico, casi estrangulándolo. De esta manera, en pocas aplicaciones no sale más crema ya que se termina acumulando gran parte del contenido en el otro extremo del tubo. Al principio me tomaba el trabajo de presionar el tubo desde la base para que la pasta se reparta en todo el interior y vuelva a quedar de una manera más presentable y más fácil de usar. Supuse que con el pasar de unos cuantos días repitiendo esta “corrección”, ella se daría cuenta de que yo todas las mañanas “recomponía” el tubo del dentífrico y entonces modificaría esa horrible costumbre. Nada tan alejado de la verdad: Ethel no modificó su actitud en ningún momento. No sé por qué no le dije nada. Se me ocurrió probar el camino inverso, tomar su misma actitud, imitar su forma de presionar el tubo. Así se aceleró el proceso y en 48 horas ya casi no salía pasta del tubo cuando evidentemente había muchísima crema alojada en el extremo contrario. Pensé que Ethel ahora sí se daría cuenta de su horrible hábito, pero no. ¿Qué hizo Ethel? Descartó el tubo en cuestión y comenzó a utilizar uno nuevo, nuevito, impecable, para cometer la misma atrocidad. Cuando esto sucedió ya quedaban pocas cosas que mantuvieran encendida la chispa de nuestra relación. A los pocos días Ethel se marchó de la casa y por un largo tiempo dejé de ir a La Vascongada.
(24082005)

3 Comments:

Blogger Gines Reinoso said...

Creo que ethel no estaba preparada para compartir un tubo de pasta dental con otro. Ese fué el gran problema de aquella pareja.
Muy original el blog con estas historias tan particulares.
Un saludo

11 de noviembre de 2007, 5:39 p. m.  
Blogger SANTIAGO said...

ella se cepillaba fuerte hasta hacerse sangrar las encías?! porque yo conozco una mina asi, pero con otro nombre ... por ahi se lo cambió, no se. por las dudas, yo dejé de cepillarme los dientes.

3 de noviembre de 2008, 4:59 a. m.  
Blogger Puercoespín said...

¿Será la misma mujer?

Al tiempo conocí a otro novio de Ethel. El pobre tipo hizo algo similar a lo que cuenta Ud. Santiago. Él dejó de usar dentífrico, los dientes se le volvieron amarillos y nunca más volvió a sonreír.

Una víctima más...

4 de noviembre de 2008, 4:55 a. m.  

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